domingo, 29 de noviembre de 2015

Nunca digas nunca.. (Parte III) Conciliación laboral

Parece que fuese ayer cuando pensaba en mi futuro parto, en mi maternidad y en todas las cosas que iba a hacer durante ésta. Pensaba ponerme al día con todas esas cosas que siempre piensas hacer pero que nunca haces, darle un cambio a la casa, estudiar, leer, ponerme al día con series.. En fin, otra vida. 

Y tan desencaminada no iba. He llevado otra vida, una vida maravillosa: la de mi hijo. Me he dedicado en cuerpo, alma y paciencia a él (básicamente como todas las madres, tampoco he hecho nada especial) Pero ahora no estoy preparada para dejarla. Y él tampoco.

No es suficiente tiempo, apenas consigo que mi cachorro aguante una hora desde que suelta el pecho hasta que vuelve a cogerlo  ¿Y yo tengo que volver a trabajar y separarme 8 horas al día de él? No. 

Temo demasiado el momento, me agobio, y hasta lloro de pensarlo. Vaya mierda de respaldo tenemos!!! 

No quiero volver a trabajar y dejar a mi bebé en una guardería, ni con un familiar, ni amiga, ni canguro ni nada. En estos 3 meses y poco me he separado tan sólo 2 veces de él, y se ha quedado con su padre.

La primera vez, no llegó a una hora, básicamente fui a hacer la compra. La segunda, he de reconocer que lo cronometré: 2 horas y 10 minutos. Con un mega biberón de mi leche preparado para la ocasión, y pese a ello, por lo visto, hubo varios momentos de crisis.

Llegados a este punto, pienso en que lo mejor que puedo hacer es no trabajar por ahora, hasta que la situación me lo permita. apretarse el cinturón y al menos conseguir llegar a los 6 o 7 meses del bebé. Porque esa es otra!

Si hasta los 6 meses la lactancia es exclusiva, ¿Por qué tenemos tan sólo 16 semanas de descanso por maternidad? quien puede, suma las horas de lactancia y consigues ampliar unas 4 semanas más. Pero de cualquier modo, no es suficiente. 

Existe la posibilidad de no acumular las horas de lactancia, y disponer de una diaria durante tu jornada laboral para amamantar a tu pequeño hasta que tenga los 9 meses. Lo cual, y sin basarme en ningunas estadísticas probadas, es otra auténtica basura ya que la probabilidad de cuadrar esa hora es en la mayoría de los casos algo casi imposible.

Así que en esas estamos. En la tesitura de tener que elegir entre ver a nuestro hijo crecer, o hacer un esfuerzo y que no trabaje. Pero no todo el mundo puede permitírselo. Es mas, hay quienes ni siquiera pueden disfrutar de esas escasas semanas de permiso y deben incorporarse antes, me imagino, que con todo el dolor de su corazón.

Llevo varios años siendo económicamente independiente, asumiendo mis gastos y pese a que antes cobraba más de lo que necesitaba gastar nunca he pecado con grandes derroches, más bien al contrario. Pero todo cambia y las necesidades ya no son las mismas, por lo que de nuevo, nos sumimos en otro cambio más dentro de esta etapa. Con un poco de miedo, sí, pero contentos. Todo tiene su recompensa. La mía: bebé 24 horas!

viernes, 27 de noviembre de 2015

Nunca digas nunca ( Parte II)

Colechando con mi bebé (1m 9d)
Lo que yo quería contar ayer y me fui por las ramas, es que al igual que el sexo, los nombres o los futuros juegos, también idealizamos e imaginamos muchas cosas referentes a nuestra paternidad. Y todo lo que en su momento te parecía lógico y normal, llegados a este punto es que ni contemplas esa opción.

Durante esos meses, a veces antes, lees, te informas, buscas, investigas.. Crees tener "el método perfecto" y lo hablas con tu pareja. Acuerdas cómo será la educación, si irá a la guardería, si tomará o no biberón, dónde dormirá.. Es más, por planificar.. planificamos hasta el parto! (Ese es otro tema..)

Y la primera en la frente. Desde el momento en que das a luz, todo sigue su cauce natural y tus acuerdos se van al traste.  Recuerdo que al comienzo del embarazo hasta pensé en llevar un régimen especial, hacer yoga y pilates e infinidad de cosas, que como idea supergenial, me sigo planteando para un futuro segundo embarazo (JA JA JA). Pero hay otras de las que sí aprendemos. Por ejemplo:

"El niño en su cuna desde el primer día, bueno, al menos después del primer mes, para no tener que recorrer el pasillo 20 veces cada noche" ¿Colecho? no voy a negarlo, a mí me sonaba a hippie y hasta me daba miedo, pensando que igual podría aplastar a mi bebé durmiendo. Y ahí estaba yo, la primera noche, en el hospital, con mi peque en la cama. Bien es cierto que esa noche no dormí, temía que se pudiese caer entre los huecos de las barandillas de la cama. Eso y que mi habitación estaba justo en el control de enfermería.

En cuanto llegamos a casa, las dos primeras noches probé a meterle en la minicuna, y cada vez que pedía pecho, que en realidad sólo era a eso de las 2 y las 6 de la mañana, lo cogía, me sentaba en la cama y ahí aguantaba como podía las 2 horas que estaba mamando, hasta que más de una vez casi me dí en la frente con el colchón.

A la tercera noche, me tumbé dándole el pecho para evitar el dolor de espalda, y de pronto, era de día. MAGIA!!

Así que, aquí estoy, con una minicuna que sólo he usado para romperme dos dedos del pie al caminar a oscuras, y lo mejor, con una maxicuna en otra habitación, que nos hicieron bajo pedido durante 2 meses y vinieron a montarla cuando estaba embarazada de 5 aún.

Y no sólo por comodidad, sino porque tiene múltiples beneficios que no voy a enumerar porque me dejaría varios, pero así, de primeras que se me vengan a la cabeza, os puedo decir que toda la familia dormimos mejor, llega un punto en el que ni te enteras de cuándo se engancha el cachorro, ni cuándo se suelta (y eso es buenísimo si eres de no echarte siestas durante el día como yo).

Está comprobado que con el colecho se reduce el riesgo de muerte súbita y aumenta el lazo afectivo papás-hijo. Y los bebés lloran menos al ser atendidos casi inmediatamente.

En fin, que no intento vender nada, pero no está de más tener información y opiniones basadas en experiencias, aunque cómo no, lo mejor es poder probarlo para opinar!! 

Yo estoy encantada, y creo que vamos a seguir así por mucho tiempo, pero a saber! Igual algún día puedo contar mi experiencia con la maxicuna :P


Nunca digas nunca.. ( Parte I)

Tengo un gran defecto, y a la vez una gran virtud (más bien lo primero) y es que: Me gusta tener todo bajo control. Como idea, no está mal, y a veces resulta útil memorizar cada fecha, planificar cada cosa a la perfección o prevenir antes que tener que curar. Pero no siempre.

Desde pequeña, siempre me imaginé teniendo una hija (La verdad es que siempre me imaginaba con mellizas, pero al menos, soy realista, y sabía que las probabilidades eran mínimas). Pensaba nombres, me imaginaba haciendo cosas juntas, pintauñas, vestiditos, peinados.. Sí, una niña cursi, vaya.

La verdad es que jamás pasó por mi cabeza la idea de tener un niño. Pensaba que eso era imposible, como si simplemente bastase con desearlo. Y aquí me tenéis.

No voy a negarlo, me llevé una pequeña desilusión cuando me dijeron que era un niño. Recuerdo que hasta lloré durante un par de días. Bien es cierto, que mis imaginaciones habían cobrado fuerza durante una semana, cuando fuimos a hacer una ecografía y nos dijeron que era una niña, y 7 días más tarde, tras un buen rato mirando, justo cuando ya iba a incorporarme de la camilla para irnos nos dijeron "Uy, mira! Es un niño".

Mala madre. Lo sé. Varias personas me lo dijeron, y varias a día de hoy me recuerdan aquel día y mi pequeño disgusto. Pero esos días comprobé que mi desilusión no era tan rara y que a más de una y de dos madres les pasa.

A día de hoy, no me puedo imaginar mi vida sin mi cachorro. No se me ocurre la posibilidad de que hubiese sido una niña. No soy capaz de concebir la idea de no tenerle. Y sí, pienso lo tonta que fui esos días, pero ¿Qué queréis? Estamos llenas de hormonas, cansadas y también ilusionadas. Y que no tenemos por qué dar explicaciones de lo que nos molesta y lo que no en ese momento!!

La verdad, es que antes de sentarme hoy a escribir, tenía otra idea en mente y no era esto de lo que iba a hablar, pero ya habrá tiempo!!

martes, 24 de noviembre de 2015

"Lo estás haciendo bien"

¿Tan difícil es pronunciar estas 4 palabras? Parece que sí. Y si a la persona a las que se las vas a decir es joven, es tu hija (O familiar, el caso es que haya confianza) y primeriza: Es totalmente imposible!!
Da igual que no tengas ni puñetera idea del tema, da igual que no tengas hijos y que lo máximo que hayas criado sean raíces en un saco de patatas. El caso es opinar. Criticar.
Y es que por muy rico, sonriente, activo y estrujable que esté tu hijo, siempre podría (Debería!!) estar más gordo. Por supuesto tiene que dormir más, pero no en tus brazos ni en tu cama (Eso es una guarrada!) no, los niños de bien tienen que dormir en su cuna, y cuando pasean: en su carrito, nada de esos fulares!
Tienen que aguantar 3 horas entre toma y toma, pero si te pasas 5 minutos "Deberías despertarle, porque está tan débil que no tiene fuerzas ni para llorar y pedir". Pero ahí está, a los 5 minutos pidiendo teta y "Claro, si es que está muerto de hambre, no ves que tienes que darle biberón? Es que tu leche no es buena (Es aguachirri!!)"
Y, pues vaya, este niño sólo sabe llorar, lo estás malacostumbrando , y todo esto juega en tu contra, "no vas a poder hacer nada, todo el día con el meneíto y en brazos.. Suéltale y deja que llore para que se acostumbre" pero espera, "Pásamele, que quiero cogerle" (Solo una madre puede malacostumbrarlo, los demás brazos son chachis).
Y así, de brazos en brazos, mi cachorro, como si de una bandeja de pasteles se tratase, sonríe, pone muecas, ignora o te gorjea hasta que se cansa. Sí. Porque a esa edad se cansan rápido de todo. Y claro, llora, y tú dejas que esas personas intenten "calmarlo" pero no lo consiguen, y te lo pasan como si fuese la patata caliente a punto de explotar y... SHHH! Se calla.
"Si es que le estás consintiendo" Claro. Yo. Porque la idea de aceptar que es un ser con su propia personalidad, una personita pequeña que aún está adaptándose y aprendiendo a vivir en este mundo y que a veces, cuando se agobia, sólo necesita que su persona de confianza esté ahí, para transmitirle seguridad y amor.. No, esa idea es de locos.
Y así pasan los días.. Sobreviviendo a la familia y a las demás personas que se ven en disposición de juzgar y opinar. De aconsejar (por no decir casi "imponer") que tus 'métodos' no sirven y que no se hace así.
En el fondo, obviamente lo dicen con buena fé (imagino). Porque les importa, porque es lo que ellos han visto o han oído siempre. Algunos, te lo comentan porque es lo que hicieron ellos hace 30 o 60 años! Pero cansa igual, duele igual.
No sé en qué momento te conviertes en papá o mamá. No sabría decir si la maternidad y la crianza comienza en la concepción, en la primera ecografía, cuando notas la primera patada o justo cuando das a luz, pero en alguno de esos momentos, o quizá en cualquier otro, también nace y se gesta algo más que un bebé: Instinto.
Por ello, a todas las mamás, primerizas o no, a las jóvenes, a las que no son tan jóvenes, a las que amamantan y a las que no, a las que duermen con sus bebes y les portean, y a las que no lo hacen.. A vosotras: LO ESTÁIS HACIENDO BIEN!!
(Vosotros también papás! )

domingo, 15 de noviembre de 2015

LA MAMÁ FLOJA

Había una vez una mamá muy, muy floja.
La mamá floja era tan floja que estaba decicida: «¡Cuando nazca mi bebé, no trabajaré fuera de casa, me dedicaré a él!». ¡Pero qué floja! Redujo gastos: dejó de salir en las noches, dejó de comprar su mermelada gourmet de frambuesas silvestres, dejó de ir al cine todas las semanas y ya no ocupó la tarjeta de crédito; dejó de pedir comida a domicilio y empezó a cocinar e ir al mercado. Todo con tal de quedarse en casa, tirada en el sofá con el bebé encima. El bebé amaba eso, la tenía solo para él y se notaba el vínculo que desarrollaron los dos. Algo de «Apego», decía.
La mamá floja era tan, pero tan floja que estaba determinada: «No voy a levantarme en las madrugadas cada hora a calentar agüita para hacer la mamila». Se enteró de que la leche materna era lo único que el bebé necesitaba. Decidió dar solo pecho al niño hasta los 6 meses. ¿Pero ni una aguita? ¿La manzanilla pa’ los cólicos? ¿El anicito? No. Aún así, el bebé crecía y pesaba muy bien, ¡tenía músculos! Algo de «Lactancia Materna Exclusiva», decía.
La mamá floja era tan recontrafloja que sacaba su teta y la ofrecía cada vez que el bebé pedía. Es que de tanta flojera que tenía, no podía estar escuchando llorar al bebé de hambre y mirando al reloj cada 3 horas para darle de comer. No, no, era trabajoso, requería una logística impensable. Cada vez que el bebé lloraba, ella le ofrecía el pecho. El bebé se consolaba y se calmaba no importaba cuánto tiempo estuviera en el pecho de su madre. Algo de «Libre Demanda», decía.
Para colmo, la floja esa se echaba en la cama toda desparramada con su bebé para amamantar. ¡Así es, en la cama! No en el carísimo y bonito sillón de lactancia puesto cómodamente en la sala, frente al televisor; no en una silla especialmente diseñada para la recámara del bebé. No, no, se echaba en la cama a relajarse, dizque. Ella y el bebé relajándose. Había decidido desde el embarazo que no se pararía cada hora para ir a la recámara del bebé en la madrugada; simplemente, puso al bebé a su costado, compartiendo cama. El bebé dormía tranquilito al lado de la madre, nunca lloraba, y la mamá floja podía seguir dando teta en su cama a cada murmullo del bebito, y dormir la noche en paz, sin pararse. El bebé se sentía en el útero materno, con el calorcito de su mamá y el pecho cerca, era el paraíso dormir juntitos. Algo de «Colecho», decía.
La mamá era tan reflojaza que descubrió que no era necesario cargar aquella enorme carriola para todos sitios, armarla, desarmarla, meterla, sacarla, empujarla, guardarla. Descubrió que podía llevar al bebé dentro de un fular que no le cansara la espalda – es que era floja, pues – y, además, tranquilizaba al bebé. ¡Oh Dios! Era prácticamente la gloria. Ella podía ir a los lugares sin mucho trabajo o esfuerzo, incluso hacer sus tareas en casa (y veces hasta trabajaba desde casa con el bebé ahí dormidito… shhhhh). ¡Qué perezosa! Y mientras regresaba del mercado los sábados, le daba la teta a su bebé. Pero de tan requetefloja, ni siquiera se sentaba cómodamente en una banca a dar teta. No, no. Su bebé tomaba teta dentro de esa especie de paños enrollados a su cuerpo. El niño no lloraba, tenía poquísimo o casi ningún cólico, dormía rico, estaba más atento que los otros bebés, y la mamá estaba más feliz que nunca. Algo de «Porteo», decía.
Cuando su bebé empezó a comer, la réqueteréqueteflojisimaza, en vez de ir a licuar la comida para su bebé, solo la aplastaba con un tenedor. Lo dejaba sentir las texturas, experimentar. En vez de luchar para que no se ensuciara, pelear, estresarse, la mamá, flojita como era, lo dejaba comer solo, coger la comida con la mano y comer lo que quería, cuando quisiera. El tiro le salía por la culata, porque tenía que limpiar el suelo, después. Pero como estaba relajada de todo el día de cariños con el bebé, los pechos llenos de leche, el bebé bien alimentado, tranquilo, bien dormido y feliz, no era ningún sacrificio barrer medio metro de suelo, limpiar una boquita linda sucia de papa y brócoli mientras se ríen en el espejo del baño de alguna payasada del momento, o hasta aguantar el malhumor de su retoño a causa del nacimiento de los primeros dientes. Además, cuando el bebé se dormía a las 6:30 de la tarde, la floja podía avanzar un trabajito extra o echarse a ver una película con la pareja. No había nada más perfecto. Algo de «Baby Led Weaning», decía.
Los cercanos, familiares, amigos, e incluso el pediatra, se preocupaban por la evidente flojera de esa madre descriteriada, y cómo podría afectar al bebé en su desarrollo. Sin embargo, más felices no podían estar la mamá y su bebé: se veían activos, hacían todo juntos, se vinculaban cada día más.
¿Qué fue de la vida de la mamá floja y su bebé?
La madre floja siguió amando y criando a su hijo con amor, respeto e instinto maternal, mientras el resto seguía criticándola. Pero era tan floja que ni se molestaba en escuchar los consejos y órdenes de quienes nunca le importaron.
Ahora la madre y su bebé están decidiendo si mañana van al parque a las 4 de la tarde o si se sacan una siestita en ese horario y recorren el parque para más tarde. Porque da flojera tener que poner la diversión dentro de una rutina, ¿no?
Autora: Ivana da Silva

domingo, 1 de noviembre de 2015